Sahamferast
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Astarot
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Guardián de los Cinco Anillos
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El Viaje del Único Golpe (Relato) Empty El Viaje del Único Golpe (Relato)

5/10/2009, 22:37
El estilo iaijutsu fue creado por el famoso espadachín Kakita y pronto fue adoptado por el resto del Imperio como el método oficial de duelo en las disputas legales. Su libro Espada es legendario; como era el primer tratado sobre la habilidad con la espada, el libro ayudó a extender las técnica iaijutsu por todo el Imperio. Varias décadas después, un escritor llamado Kakita Takamitsu ayudó a extender entre la gente la popularidad del iaijutsu con una famosa épica en prosa llamada El Viaje del Golpe Único que glorificaba el arte del iaijutsu.

En este trozo, Hiro, el protagonista del relato, se enfrenta a un escéptico y se gana la admiración de la muchedumbre con una bella demostración de su habilidad con la espada. Esta parte es un buen ejemplo de las muchas y detalladas descripciones de duelos a espada que hay en la novela. Aunque la forma de escribir es más sensacional que literaria, El Viaje del Golpe Único aún se merece su fama por la forma en que capturó la atención del Imperio.



“Eres un estúpido por empezar un duelo sin arma en tus manos,” dijo Taro. Se mofó, y la cicatriz de su nariz se alargó obscenamente por su cara. Hizo que el bandido pareciese más feo que nunca, si eso era posible. Levantó su gigantesco no-dachi y lo colocó sobre su hombro. Sangre, aún fresca desde su último asesinato, goteó de la punta de la hoja.

“Ven a por mi, si tienes tanta confianza,” contestó Hiro. Sus tranquilos ojos se clavaban en el bandido, y Taro titubeó. Sin apartar sus ojos de su oponente, Hiro puso su mano derecha sobre la parte superior de la empuñadura, la palma de la mano dirigida al cielo. Un pequeño murmullo surgió de la muchedumbre que le rodeaba, y la cara de Taro enrojeció con ira.

El bandido rugió como un oso enfadado y corrió hacia delante. El no-dachi cortó el aire cuando Taro intentó golpear al justiciero héroe. Hiro lentamente inhaló y la mantuvo durante un largo momento. Hiro apartó todas sus preocupaciones y demás pensamientos de su mente y las apartó muy lejos. El mundo se detuvo, y desapareció. Todo lo que quedó fue la forma de su oponente, que parecía un oso, moviéndose lentamente.

Hiro giró su muñeca y agarró la empuñadura de su espada. Exhaló mientras se lanzaba hacia delante. La espada dejó su saya con la velocidad de un relámpago. La katana de Hiro brilló con luz dorada bajo la luz del atardecer, y el no-dachi del bandido cayó al suelo…
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