Siete años después, un mar de cambios.

Una maldición, provocada por los antiguos héroes de Erathia, de un poder y repercusión inimaginables, que llevó a la ruina a los portadores y la cual se logró expulsar tras una sobrehumana prueba de superación al encontrar la flor helada de las montañas de la bruma, un trayecto que casi se prolongó durante un mes, y que desde fuera, dada la naturaleza de las montañas, se transformó en años, siete años de cambio, siete años de guerra, y más de siete años desde que una extraña fuerza fuera liberada.

La guerra continuó su cauce natural, y los Tyreos sacando de sí más voluntad que potencia militar, cosecharon importantes victorias a lo largo de los territorios imperiales, victorias que pudieron ser mucho mayores si no hubieran sido derrotados al norte, en los amplios terrenos que rodeaban Rakverelin, donde el dueño y señor Darren Greenhud logró una victoria sin precedentes ayudado por caballeros juramentados de las órdenes y unos mercenarios que tras demostrar su valía demostraron mucho más al abatir el terror en el norte, la espada del señor de Berendas, y la perdición de los imperiales, Raggat el Gigante. Sin embargo aquello no fue suficiente, ya que una repentina alianza de los Tyreos con Nilhen provocó que las fuerzas imperiales menguaran y se dividieran en dos frentes, motivada por los antiguos rencores, y el activo seguimiento del Oscuro para unos, y el Salvador para otros.
Es por ello que el Rey de los ancestros, el rey de Nilfgaard decidió participar en la guerra, convencido y sujeto a la antigua "amistad" entre el Emperador eterno y la familia real en Nilfgaard. Aquello no fue algo fácil de digerir para las gentes de Kar'Han (El imperio), ya que durante la guerra no se ha sabido nada sobre la presencia del emperador en ninguna batalla.

La guerra quedó entonces dividida en cuatro frentes, al noroeste Nilfgaard avasallaba a las fuerzas Tyreas que intentaban mantener sus tierras, mientras que el imperio en el centro, donde los Tyreos habían arrasado gran parte del terreno imperial, lograba algo de aire y mantenía una frontera segura, con la esperanza de que su amado Emperador aparezca para barrer las fuerzas Tyreas, ya que en el sur tenían que hacer frente a los esporádicos y relampagueantes ataques de los rebeldes, y al sureste la gran amenaza de un enorme ejercito entrenado, y organizado de Nilheneses, apoyados en la fuerza y el terror que infunden en batalla. Además las múltiples colonias Nilhenesas extendidas por las tierras salvajes del continente, comienzan a dar sus frutos, y muchos de los hombres capaces son reclutados para los bastos ejercitos del pequeño territorio.

Sin embargo, además de la guerra, muchos otros cambios han sido más que sensibles. La grande y próspera ciudad de Wyzima ha sido recientemente castigada por un ataque interno de unos extraños seres, con aspecto de serpiente que los eruditos llaman Yuan-tis y que tras ser retenido, se dice que pese a todo se han apoderado de la ahora difícil noche de Wyzima. La amenaza al norte de Alturia, proveniente de las tierras salvajes y que durante años han retenido, avisa con ser definitiva, al corrobar que las pequeñas tribus de ogros que antaño se unieron, ahora han pactado con gigantes solitarios, e incluso con alguna tribu completa, y entre ataques aislados, alimentan la incertidumbre que provoca no saber cuando intentarán arrasar sus tierras. En las bastas y hostiles tierras de Erathia, donde antaño se forjaron héroes llegaron noticias de que han surgido extrañas criaturas de un repentino y creciente volcán lideradas por un hombre que ha expulsado a la horda de tyreos nómadas que antes se había hecho con la ciudad, y que el terror en los pueblos y la leyenda de Erathia se ha acrecentado de tal manera, que durante años, los bardos que merodearon sus fronteras, cantaron sobre la imposibilidad de llegar por tierra la lejana y legendaría ciudad de Erathia.

La inquietud, y la duda se han apoderado de gran parte de los territorios civilizados, muchos sin saber a qué agarrarse, ni a dónde ir para estar seguros. Algunos intentan cruzar las bastas llanuras plagadas de campos de batalla malditos del imperio, hasta las ciudades libres, o las extrañas y distantes tierras de Aryth, donde ha crecido un movimiento, que promueve delegar el poder del consejo de magos, a la fuerza de uno solo para que cuando todos los conflictos asomen por sus murallas estar preparados.

Nadie sabría explicar que ha movido todo este cúmulo de desastres, y quien sabe cuantos más desconocidos estén por llegar. Los más escépticos incluso dudan que todo sea fruto de la casualidad y aseguran que este brusco cambio marcará el final de una era... sin embargo.. ¿Cuanto de cierto hay en todo lo ocurrido a lo largo de estos largos 7 años?

Sólo hay dos cosas seguras en este asunto: que nosotros somos los responsabes directos y que Sahamferast es el señor de Jorgemundo... O lo será pronto...