Nill Myers
4/3/2009, 14:36
Británico de nacimiento, aunque desde muy joven viajó con su pequeña familia al nuevo mundo, en plena infancia, con su hermano pequeño, su padre y su madre. Crecieron en un pequeño barrio de Cleveland, una vez sus sucesivas mudanzas cesaron y encontraron un pequeño hogar. Sus diferencias con su hermano siempre fueron palpables, y se fueron acrecentando con el paso de los años. Nill era un muchacho bastante soñador, curioso, y gustaba de conocer, mientras que su hermano prefería más pasar el tiempo con los amigos, y salir por la ciudad hasta altas horas. Algo que les acabó distanciando con el tiempo, y casi definitivamente con la muerte de su madre y el encarcelamiento de su padre dos años despues por hurto. No volvió a saber de su padre, aunque supo que salió de prisión apenas 2 o 3 años después.
Estudió historia en una universidad del estado, y se interesó por ampliar sus estudios para conocer además algo de historia del arte y la arqueología. De dificil trato, a Nill siempre le costó mantener una amistad duradera, su forma de ser, ofuscado en los libros y en las historias que rodeaban a los antiguos objetos que descubrió en una tienda cercana.
Su compañero de la universidad, y posiblemente su único verdadero amigo con el tiempo, Walter Sullivan le enseñó la tienda en la que pretendía trabajar una vez terminara de estudiar y su padre se la dejara, y aquello fascinó a Nill y comenzó a ayudar con Walter en la tienda, encargando objetos, catalogándolos, y cuando Walter perdió a su padre y heredó la tienda. Ambos trabajaron juntos, haciendo viajes periódicos a subastas en otras ciudades de EEUU, e incluso a Inglaterra para reponer existencias y catalogar y estudiar los nuevos objetos.
Nill siempre pensó que tras una antigüedad había algo más que la fecha de datación, su estado de conservación y procendencia, y en muchos casos, se extralimitaba en sus funciones y perdía el tiempo con sus quimeras personales. Algo que hizo que comenzara a haber problemas entre Walter y él. Sin embargo supieron resolver el entuerto cuando Nill tuvo la determinación de, con el dinero ahorrado, montar su propia tienda y realizar sus propias investigaciones.
Le costó varios años levantar su propio negocio, ayudado siempre por su compañero, y su necesidad de vivir le llevó a comprar y vender pequeñas antigüedades, mientras que con lo que ahorraba, compraba para él objetos que pasarían a formar parte de su colección.
Con el tiempo, las investigaciones dieron su fruto, y al encontrar incongruencias en algunas fechas y orígenes de algunos objetos comenzó a plantearse las bases sobre las cuales se había construido lo que se conocía. Aquello comenzó a obsesionarle hasta tal punto que perdió la noción del tiempo y ni si quiera sabría decir cuanto le llevó corroborar una pequeña caja de música, de talla extraña que compró en una subasta en Londres, la cual resultó ser mucho más antigua de la época imperial española como se creía y aquello supuso un cambio notable... para él, al menos. Fue ampliando sus conocimientos a nuevos cambios, volviendose cada vez más perfeccionista en su tarea, aunque algo descuidado en su propia vida, carente de orden. Todo cambiaría pasadas sus 35 privameras.
Obtuvo algo de compañía cuando acogío un pequeño perro abandonado cerca de las vías con el cual se encariñó y le aportó algo de color a una gris existencia basada en el estudio, la compra y venta, y fantasmas de la historia. Albóndiga lo llamó, ya que cuando lo llevó a su casa la primera noche, no encontró nada más de hacer de cena, y dada la escasez, renunció a su parte y se la dejó al cachorro al cual le encantaron.
Meses después, recibió una llamada que lo extrañó. Hacía 10 años que no sabía nada de su hermano, el cual se había mudado a la gran ciudad de Detroit hace ya 15. La llamada, lo alegró, pese a la escasa comunicación con su hermano. Al parecer volvía a Cleveland con su esposa y su hija, de la cual no sabía nada, y a la que conocería poco despues. Cuando su sobrina fue creciendo, no podía explicarse el extraño y gran afecto que la pequeña profesaba hacia él, y sin llegar a admitirlo, se convirtió en una de sus mayores alegrías, y ansiaba cada semana la visita de su hermano al anticuario. Se fueron sucediendo los siguientes 3 años, con una gran catástrofe que asoló el pais y que provocó la desgracia en muchas familias; dió gracias porque no fuera en la suya. Pero pasados 3 años, llegó a su tienda una visita que cambiaría su vida, un cliente habitual que le ofrecía colaborar en una extraña sucesión de crímenes donde sus conocimientos podrían ser de utilidad... aunque nunca hubiera jurado que lo que vería cambiaría todos los valores que durante tanto tiempo estuvo estudiando.
Estudió historia en una universidad del estado, y se interesó por ampliar sus estudios para conocer además algo de historia del arte y la arqueología. De dificil trato, a Nill siempre le costó mantener una amistad duradera, su forma de ser, ofuscado en los libros y en las historias que rodeaban a los antiguos objetos que descubrió en una tienda cercana.
Su compañero de la universidad, y posiblemente su único verdadero amigo con el tiempo, Walter Sullivan le enseñó la tienda en la que pretendía trabajar una vez terminara de estudiar y su padre se la dejara, y aquello fascinó a Nill y comenzó a ayudar con Walter en la tienda, encargando objetos, catalogándolos, y cuando Walter perdió a su padre y heredó la tienda. Ambos trabajaron juntos, haciendo viajes periódicos a subastas en otras ciudades de EEUU, e incluso a Inglaterra para reponer existencias y catalogar y estudiar los nuevos objetos.
Nill siempre pensó que tras una antigüedad había algo más que la fecha de datación, su estado de conservación y procendencia, y en muchos casos, se extralimitaba en sus funciones y perdía el tiempo con sus quimeras personales. Algo que hizo que comenzara a haber problemas entre Walter y él. Sin embargo supieron resolver el entuerto cuando Nill tuvo la determinación de, con el dinero ahorrado, montar su propia tienda y realizar sus propias investigaciones.
Le costó varios años levantar su propio negocio, ayudado siempre por su compañero, y su necesidad de vivir le llevó a comprar y vender pequeñas antigüedades, mientras que con lo que ahorraba, compraba para él objetos que pasarían a formar parte de su colección.
Con el tiempo, las investigaciones dieron su fruto, y al encontrar incongruencias en algunas fechas y orígenes de algunos objetos comenzó a plantearse las bases sobre las cuales se había construido lo que se conocía. Aquello comenzó a obsesionarle hasta tal punto que perdió la noción del tiempo y ni si quiera sabría decir cuanto le llevó corroborar una pequeña caja de música, de talla extraña que compró en una subasta en Londres, la cual resultó ser mucho más antigua de la época imperial española como se creía y aquello supuso un cambio notable... para él, al menos. Fue ampliando sus conocimientos a nuevos cambios, volviendose cada vez más perfeccionista en su tarea, aunque algo descuidado en su propia vida, carente de orden. Todo cambiaría pasadas sus 35 privameras.
Obtuvo algo de compañía cuando acogío un pequeño perro abandonado cerca de las vías con el cual se encariñó y le aportó algo de color a una gris existencia basada en el estudio, la compra y venta, y fantasmas de la historia. Albóndiga lo llamó, ya que cuando lo llevó a su casa la primera noche, no encontró nada más de hacer de cena, y dada la escasez, renunció a su parte y se la dejó al cachorro al cual le encantaron.
Meses después, recibió una llamada que lo extrañó. Hacía 10 años que no sabía nada de su hermano, el cual se había mudado a la gran ciudad de Detroit hace ya 15. La llamada, lo alegró, pese a la escasa comunicación con su hermano. Al parecer volvía a Cleveland con su esposa y su hija, de la cual no sabía nada, y a la que conocería poco despues. Cuando su sobrina fue creciendo, no podía explicarse el extraño y gran afecto que la pequeña profesaba hacia él, y sin llegar a admitirlo, se convirtió en una de sus mayores alegrías, y ansiaba cada semana la visita de su hermano al anticuario. Se fueron sucediendo los siguientes 3 años, con una gran catástrofe que asoló el pais y que provocó la desgracia en muchas familias; dió gracias porque no fuera en la suya. Pero pasados 3 años, llegó a su tienda una visita que cambiaría su vida, un cliente habitual que le ofrecía colaborar en una extraña sucesión de crímenes donde sus conocimientos podrían ser de utilidad... aunque nunca hubiera jurado que lo que vería cambiaría todos los valores que durante tanto tiempo estuvo estudiando.
Re: Nill Myers
9/1/2010, 18:04
"¿Cuantas cosas existen que no son ciertas? ¿Cuanto de lo que vemos existe solo para ocultar la horrenda verdad?." - Instantes después golpeó la hoja del diario con la punta de aquel lapiz. Pensativo, desvió su mirada hacia la tenue luz de aquel candil posado sobre la mesa. Se le aceleraba el corazón cuando pensaba en los sucesos de días atrás y más aún ante la posibilidad de que todo ello hubiera existido antes y nada ni nadie lo hubiera podido registrar aunque fuera en un pequeño fragmento de texto, o eso, él pensaba.
Se levantó pesadamente, las piernas aún las sentía entumecidas y cansadas de aquel extraño viaje a través de la estela de piedra. Esa sensación, alimentada por la sorpresa, el miedo y la incertidumbre se había prolongado incluso 2 días después de haber conseguido regresar, y sobre todo, no era capaz de quitarse de la cabeza la imagen del cuerpo abierto y sin vida de quien tan solo días atrás lo había ayudado, Patrick Stanton. ¿Cómo podía explicar algo así?, y más aún cuando regresaron con su cuerpo inerte ¿Cómo se lo explicarían a las autoridades de Cleveland?. Demasiadas impresiones para un simple anticuario, que pese a su inherente deseo de encontrar la verdad, había pasado por más de lo que se negaba a admitir.
Llegó finalmente hacia el amplio armario, ténuemente iluminado por el candil, sus manos acariciaron la madera de castaño de los tiradores y un chirrido siguió al silencio cuando abrió su armario. Allí colgaban múltiples abrigos, y al pie del armario encontró lo que buscaba y había guardado días atrás. Junto a la embarrada ropa que aún no había limpiado descansaba una bolsa que abrió lentamente, revelando el duro lomo de un extraño libro que lo ataba a la cordura de que todo cuanto pasó había sido cierto. Deseaba tener una noche como esa, tranquila, casi sin preocupaciones. Aún recordaba como el problema de Patrick Stanton se solucionó de la manera más atroz posible. Un extraño ser ocupó su lugar en el sótano y si no hubiera sido por las deudas de su ex-compañero, jamás habría llegado a ese día. Tras la mediación de Wothington y la ayuda del extraño y peligroso hombre "Sal" la policia y éste último habían dejado de relacionarlo con los violentos incidentes. Demasiado para Nill, pensaba una y otra vez. Aún teniendo relación esos hombres que persiguieron con el suceso de aquel mismo día.
Abrió sintiendo el tacto de las hojas del libro entre sus dedos. Una reliquia del pasado que quien sabe cuantos habrían leido. Estaba seguro de que pocos. La atlántida, aquel continente perdido relacionado con la cultura de Tartessos. Tan ansioso estaba por leerlo que se extrañaba solo de pensar que apenas había tenido tiempo, sin embargo no era eso lo que buscaba. Guardó de nuevo el libro en la bolsa y apartó esta para coger una pequeña caja de zapatos, en la cual, en su interior entre papel arrugado encontró la extraña estatuilla que el extraño hombre "Sal" le trajo y que el propio Fausto había bautizado como Nyarlathotep. Ese nombre había aparecido en los dos últimos días demasiado para parecer una casualidad, así como el nombre de Cthulhu, que parecía pertenecer a la estatuilla que llevaban los hombres que persiguieron. Investigando las notas de Patrick Stanton y buscando en una dirección tachada habían dado con personas que parecían formar una especie de culto al primer extraño ser que según la talla, descansaba ahora entre sus manos en forma de piedra. Dos cultos enfrentados de alguna manera y por algún motivo que aún no conocía, incluso el ejército o al menos una división de este según el misterioso hombre que apenas unas horas estaba en su anticuario, Tony Mellow, les había dicho.
Entrecerró los ojos intentando encontrar algún detalle más en aquella talla que ya había examinado durante tanto tiempo, y cuando pareció perderse en su analítica observación noto el húmedo y cálido lametón de Albóndiga en su mejilla. Sacudió la cabeza de la impresión y con una sonrisa, la primera en aquellos frenéticos tres días guardó de nuevo la estatuilla acariciando con la otra mano la cabeza del enorme y bonachón can. Sólo dos nombres era cuanto le quedaba de la memoria de Patrick Stanton, quien parecía tener un secreto en cada esquina, las deudas, el viaje, la naturaleza de aquel altiplano, y sobre todo la inclusión en el culto de Nyarlathotep. Dos nombres, Enrico Fermi y Hans Bethe, parece que en unas horas tendrían al primero dispuesto a responder a sus dudas gracias a la colaboración con Tony, estaba cansado, aquella noche tampoco había dado tregua tras huir de la extraña criatura que solo sus compañeros vieron y que no por eso dejaba de causarle terror.
"¿Habrá ocurrido esto en algún momento anterior en la historia...?... Estoy cansado, aunque ahora sé que todo mi trabajo de años atrás no es suficiente, vamos albóndiga, es hora de que descansemos como es debido después de tanto viaje... con algo de paz averiguaremos en qué he fallado para no darme cuenta antes."
La luz se alejó de aquella sala, guiada en las manos de la silueta de Nill, a quien le seguía la figura del enorme mastín. Cuando estuvo lejana se apagó, sumiendo aquel lugar, su santuario en la más completa oscuridad, oscuridad que jamás sería tranquila para él, oscuridad que parecía ocultar como llevaba viendo días atrás horrores de los cuales nadie jamás que él conociera había escrito...
Se levantó pesadamente, las piernas aún las sentía entumecidas y cansadas de aquel extraño viaje a través de la estela de piedra. Esa sensación, alimentada por la sorpresa, el miedo y la incertidumbre se había prolongado incluso 2 días después de haber conseguido regresar, y sobre todo, no era capaz de quitarse de la cabeza la imagen del cuerpo abierto y sin vida de quien tan solo días atrás lo había ayudado, Patrick Stanton. ¿Cómo podía explicar algo así?, y más aún cuando regresaron con su cuerpo inerte ¿Cómo se lo explicarían a las autoridades de Cleveland?. Demasiadas impresiones para un simple anticuario, que pese a su inherente deseo de encontrar la verdad, había pasado por más de lo que se negaba a admitir.
Llegó finalmente hacia el amplio armario, ténuemente iluminado por el candil, sus manos acariciaron la madera de castaño de los tiradores y un chirrido siguió al silencio cuando abrió su armario. Allí colgaban múltiples abrigos, y al pie del armario encontró lo que buscaba y había guardado días atrás. Junto a la embarrada ropa que aún no había limpiado descansaba una bolsa que abrió lentamente, revelando el duro lomo de un extraño libro que lo ataba a la cordura de que todo cuanto pasó había sido cierto. Deseaba tener una noche como esa, tranquila, casi sin preocupaciones. Aún recordaba como el problema de Patrick Stanton se solucionó de la manera más atroz posible. Un extraño ser ocupó su lugar en el sótano y si no hubiera sido por las deudas de su ex-compañero, jamás habría llegado a ese día. Tras la mediación de Wothington y la ayuda del extraño y peligroso hombre "Sal" la policia y éste último habían dejado de relacionarlo con los violentos incidentes. Demasiado para Nill, pensaba una y otra vez. Aún teniendo relación esos hombres que persiguieron con el suceso de aquel mismo día.
Abrió sintiendo el tacto de las hojas del libro entre sus dedos. Una reliquia del pasado que quien sabe cuantos habrían leido. Estaba seguro de que pocos. La atlántida, aquel continente perdido relacionado con la cultura de Tartessos. Tan ansioso estaba por leerlo que se extrañaba solo de pensar que apenas había tenido tiempo, sin embargo no era eso lo que buscaba. Guardó de nuevo el libro en la bolsa y apartó esta para coger una pequeña caja de zapatos, en la cual, en su interior entre papel arrugado encontró la extraña estatuilla que el extraño hombre "Sal" le trajo y que el propio Fausto había bautizado como Nyarlathotep. Ese nombre había aparecido en los dos últimos días demasiado para parecer una casualidad, así como el nombre de Cthulhu, que parecía pertenecer a la estatuilla que llevaban los hombres que persiguieron. Investigando las notas de Patrick Stanton y buscando en una dirección tachada habían dado con personas que parecían formar una especie de culto al primer extraño ser que según la talla, descansaba ahora entre sus manos en forma de piedra. Dos cultos enfrentados de alguna manera y por algún motivo que aún no conocía, incluso el ejército o al menos una división de este según el misterioso hombre que apenas unas horas estaba en su anticuario, Tony Mellow, les había dicho.
Entrecerró los ojos intentando encontrar algún detalle más en aquella talla que ya había examinado durante tanto tiempo, y cuando pareció perderse en su analítica observación noto el húmedo y cálido lametón de Albóndiga en su mejilla. Sacudió la cabeza de la impresión y con una sonrisa, la primera en aquellos frenéticos tres días guardó de nuevo la estatuilla acariciando con la otra mano la cabeza del enorme y bonachón can. Sólo dos nombres era cuanto le quedaba de la memoria de Patrick Stanton, quien parecía tener un secreto en cada esquina, las deudas, el viaje, la naturaleza de aquel altiplano, y sobre todo la inclusión en el culto de Nyarlathotep. Dos nombres, Enrico Fermi y Hans Bethe, parece que en unas horas tendrían al primero dispuesto a responder a sus dudas gracias a la colaboración con Tony, estaba cansado, aquella noche tampoco había dado tregua tras huir de la extraña criatura que solo sus compañeros vieron y que no por eso dejaba de causarle terror.
"¿Habrá ocurrido esto en algún momento anterior en la historia...?... Estoy cansado, aunque ahora sé que todo mi trabajo de años atrás no es suficiente, vamos albóndiga, es hora de que descansemos como es debido después de tanto viaje... con algo de paz averiguaremos en qué he fallado para no darme cuenta antes."
La luz se alejó de aquella sala, guiada en las manos de la silueta de Nill, a quien le seguía la figura del enorme mastín. Cuando estuvo lejana se apagó, sumiendo aquel lugar, su santuario en la más completa oscuridad, oscuridad que jamás sería tranquila para él, oscuridad que parecía ocultar como llevaba viendo días atrás horrores de los cuales nadie jamás que él conociera había escrito...
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