- AstarotGuardián de los Cinco Anillos
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Guerra (Relato)
5/10/2009, 22:36
El joven guerrero Matsu caminó despacio al puesto de guardia, pesadas sus pisadas. Tiró su roto yari a la tierra ante el armero, donde otras armas iguales, pero aún enteras y funcionales, esperaban. El guerrero caminó hacia un barril de agua de lluvia y llenó una taza, tirándosela sin ceremonia alguna sobre su cabeza a pesar de la fría temperatura. Su respiración era entrecortada, el halo de su respiración surgiendo ante él como una nube de tormenta.
“Soldado,” dijo una voz seca.
El joven se puso firme al instante, y luego se inclinó desde la cintura al acercarse otro guerrero León. Este hombre llevaba el símbolo de teniente. “Hai, chui-sama,” contestó el Matsu.
El oficial, un Akodo por como iba vestido, miró las enseñas del Matsu. “Eres del Dieciocho Escuadrón,” dijo. “¿Dónde está el resto de tu escuadrón? Necesito hablar con tu gunso sobre un nuevo destino de tu escuadrón.”
“Mi gunso ha muerto, chui-sama,” contestó el Matsu.
El teniente levantó la vista del pergamino que había estado leyendo. “¿Qué?” Preguntó.
“Mi gunso, su nombre era Ikoma Toruken, murió en nuestro último enfrentamiento.”
El teniente miró a su alrededor. “¿El resto de tu escuadrón?”
“También muerto,” contestó el Matsu. “Soy el único superviviente.”
“¿Qué?” Preguntó el teniente. “¿Por qué no has entregado tu informe?”
El soldado señaló hacia el oeste. “Acabo de regresar del campo de batalla.” Señaló hacia el este. “Me dirigía a informar al puesto de mando y me detuve para beber, para que no tuviese la garganta demasiado reseca como para hablar. Me encontrasteis cuando acababa de llegar, chui-sama.”
La expresión del teniente se suavizó un poco. “¿Cómo te llamas, soldado?”
El soldado se volvió a inclinar. “Soy Matsu Sogaru, señor.”
“Sogaru,” repitió el oficial. “¿Cómo es qué sobreviviste?”
“Suerte,” dijo al instante el hombre. “Nos encontramos con un grupo de exploración profunda del ejército del Khan. Ambos grupos nos quedamos muy sorprendidos. Ellos tenían la ventaja de la caballería y de los arqueros. Nos hicieron picadillo.”
El oficial maldijo. “¿Murió alguno de ellos?”
“Si,” dijo Sogaru. “Yo maté a uno con una lanza y recogí su arco. Maté a tres más antes de que me golpeasen.” Sacó una flecha rota de su obi. Su punta era roma y de madera. “Una zumbadora. Se le deberían haber acabado las flechas normales.”
El hombre miró el moratón en la frente de Sogaru. “Tuviste suerte de no morir.”
“Hubiese preferido morir con mi escuadrón,” contestó Sogaru.
“Nada de eso,” dijo secamente el oficial. “Aquí no necesitamos Deathseekers.” Miró otra vez su pergamino. “Te presentarás en la tienda de mando de la Octava Legión. Te unirás a la Vigésimo Primera Legión. Ellos han perdido un tercio de sus hombres y también a su gunso, por lo que tu ayudarás a reemplazarles.”
“Hai, sama,” dijo Sogaru. “¿Quién será el nuevo gunso?”
“No sé su nombre,” contestó el oficial. “Era el anterior nikutai, y reemplazará a su superior como gunso.” Se detuvo un momento. “Tú serás el nuevo nikutai.”
Sagoru dudó. “¿Estás seguro que eso es prudente, chui-sama?”
“Tienes tus órdenes, nikutai.”
“Soldado,” dijo una voz seca.
El joven se puso firme al instante, y luego se inclinó desde la cintura al acercarse otro guerrero León. Este hombre llevaba el símbolo de teniente. “Hai, chui-sama,” contestó el Matsu.
El oficial, un Akodo por como iba vestido, miró las enseñas del Matsu. “Eres del Dieciocho Escuadrón,” dijo. “¿Dónde está el resto de tu escuadrón? Necesito hablar con tu gunso sobre un nuevo destino de tu escuadrón.”
“Mi gunso ha muerto, chui-sama,” contestó el Matsu.
El teniente levantó la vista del pergamino que había estado leyendo. “¿Qué?” Preguntó.
“Mi gunso, su nombre era Ikoma Toruken, murió en nuestro último enfrentamiento.”
El teniente miró a su alrededor. “¿El resto de tu escuadrón?”
“También muerto,” contestó el Matsu. “Soy el único superviviente.”
“¿Qué?” Preguntó el teniente. “¿Por qué no has entregado tu informe?”
El soldado señaló hacia el oeste. “Acabo de regresar del campo de batalla.” Señaló hacia el este. “Me dirigía a informar al puesto de mando y me detuve para beber, para que no tuviese la garganta demasiado reseca como para hablar. Me encontrasteis cuando acababa de llegar, chui-sama.”
La expresión del teniente se suavizó un poco. “¿Cómo te llamas, soldado?”
El soldado se volvió a inclinar. “Soy Matsu Sogaru, señor.”
“Sogaru,” repitió el oficial. “¿Cómo es qué sobreviviste?”
“Suerte,” dijo al instante el hombre. “Nos encontramos con un grupo de exploración profunda del ejército del Khan. Ambos grupos nos quedamos muy sorprendidos. Ellos tenían la ventaja de la caballería y de los arqueros. Nos hicieron picadillo.”
El oficial maldijo. “¿Murió alguno de ellos?”
“Si,” dijo Sogaru. “Yo maté a uno con una lanza y recogí su arco. Maté a tres más antes de que me golpeasen.” Sacó una flecha rota de su obi. Su punta era roma y de madera. “Una zumbadora. Se le deberían haber acabado las flechas normales.”
El hombre miró el moratón en la frente de Sogaru. “Tuviste suerte de no morir.”
“Hubiese preferido morir con mi escuadrón,” contestó Sogaru.
“Nada de eso,” dijo secamente el oficial. “Aquí no necesitamos Deathseekers.” Miró otra vez su pergamino. “Te presentarás en la tienda de mando de la Octava Legión. Te unirás a la Vigésimo Primera Legión. Ellos han perdido un tercio de sus hombres y también a su gunso, por lo que tu ayudarás a reemplazarles.”
“Hai, sama,” dijo Sogaru. “¿Quién será el nuevo gunso?”
“No sé su nombre,” contestó el oficial. “Era el anterior nikutai, y reemplazará a su superior como gunso.” Se detuvo un momento. “Tú serás el nuevo nikutai.”
Sagoru dudó. “¿Estás seguro que eso es prudente, chui-sama?”
“Tienes tus órdenes, nikutai.”
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