Sahamferast
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Klins-DnD
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Archi-Némesis de nvl 100
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Bhaal, Bane y Myrkul, su ascensión Empty Bhaal, Bane y Myrkul, su ascensión

22/11/2010, 01:49
Historia de los Tres Muertos: “Codillo, Lanzamiento de Calaveras y El Trono Vacío”



En tiempos pasados había un solo dios del conflicto, de la muerte y de los muertos, y era conocido como Jergal, Señor del Fin de Todas las Cosas.
Jergal fomentó y alimentó la discordia entre los mortales y los poderes. Cuando los seres se mataron unos a otros en su busca de poder o guiados por el odio, Jergal les dio la bienvenida a su sombrío reino de tinieblas.
Conforme las cosas iban muriendo, llegaban a él, y con el tiempo cimentó su poder en un reino con el que ningún otro dios podía rivalizar. Sin embargo, acabó finalmente cansado de sus obligaciones, ya que las conocía demasiado bien. Sin desafíos no hay nada y en la nada sólo hay oscuridad. En tal estado, la diferencia entre el poder absoluto y la absoluta falta de poder es inapreciable.

Durante esta oscura era, surgieron tres poderosos mortales: Bane, Bhaal y Myrkul, que codiciaban el poder que Jergal poseía. El trío fraguó un pacto atroz, acordando que osarían buscar ese poder final o morir en el intento.
Recorrieron los Reinos a lo largo y ancho buscando poderes mágicos, hechizos y conjuros en cada rincón. Sin importar a que monstruos o conjuros hubiesen de hacer frente, los tres mortales salieron siempre ilesos. Finalmente, el trío destruyó a uno de los Siete Dioses Perdidos, tomando cada uno de ellos una porción de su esencia divina.

Luego el trío se adentró en la Tierra Gris y buscaron el Castillo de Hueso. Lucharon contra ejércitos de esqueletos, legiones de zombis, hordas de muertos vivientes incorpóreos y descarnados habitantes del camposanto. Con el tiempo alcanzaron el objetivo de su eterna búsqueda: el Trono de Hueso.

“Reclamo este trono del mal”, bramó Bane el tirano. “Os destruiré antes de que podáis levantar un dedo”, amenazó Bhaal el asesino. “Y yo encerraré vuestra esencia para el resto de la eternidad”, prometió Myrkul el nigromante.

Jergal se levantó de su trono con una expresión lánguida y dijo “El trono es vuestro. Me siento hastiado de este vacío poder. Tomadlo si lo deseáis, prometo serviros y guiaros como lacayo vuestro hasta que os familiaricéis con el puesto”. Antes de que el atónito trío pudiese reaccionar, el Señor de los Muertos prosiguió: “¿Quien de vosotros reinará?”

El trío se enzarzó inmediatamente en una lucha entre sí al tiempo que Jergal observaba con indiferencia. Cuando al final parecía que iban a morir por agotamiento o a luchar eternamente, el Señor del Fin de Todas las Cosas intervino: “Después de todo vuestro sacrificio, ¿Pensáis marcharos sin nada? ¿Por qué no dividís las funciones y os las jugáis en un juego de destreza?”, preguntó Jergal.

Bane, Bhaal y Myrkul, tras considerar la oferta, asintieron. Jergal tomó las cabezas de tres de sus más poderosos cadáveres y se las dio al trío, que habría de competir lanzando las calaveras. Cada mortal echó a rodar una calavera a través de la Tierra Gris, habiendo acordado antes que el ganador sería el que la lanzara más lejos.

Malar, el Señor de las Bestias, se presentó ante Jergal en aquel momento. Tras cerciorarse rápidamente de que el ganador de la prueba obtendría todo el poder de Jergal, salió en persecución de las tres calaveras para asegurarse de que la prueba se detendría hasta que él tuviese una oportunidad de participar para obtener parte del premio. Bane, Bhaal y Myrkul volvieron a luchar entre sí, pues era obvio que la partida se había echado a perder, y de nuevo intervino Jergal: “¿Por qué no permitís que la diosa Fortuna decida y así no habréis de compartir con la Bestia?”.

El trío aceptó y Jergal se arrancó los huesos de sus esqueléticos dedos y se los dio a los participantes. Cuando Malar regresó de la persecución de las calaveras, vio que el trío acababa de terminar un juego de codillo.

Bane exclamó triunfante: “Como vencedor, escojo gobernar durante toda la eternidad como el último tirano. Podré provocar el odio y la lucha a mi antojo y todos deberán inclinarse ante mí mientras estén en mi reino”.

Myrkul, que había quedado en segundo lugar, declaró: “Pues yo elijo a los muertos, y al hacer esto soy el auténtico ganador, porque Bane, todo lo que poseéis ahora acabará por ser mío. Todo ha de morir, incluso los dioses.”

Bhaal, que quedó tercero, objetó: “Yo opto por la muerte y será por mi mano que todo lo que gobernéis, señor Bane, acabará por pasar al señor Myrkul. Ambos habréis de rendirme pleitesía y obedecer mis deseos, pues puedo destruir vuestro reino, Bane, asesinando a vuestros súbditos y sumiendo vuestro reino en la hambruna, Myrkul, con sólo tender mi mano”.

Malar gruñó frustrado, pero no pudo hacer nada y una vez más sólo las bestias quedaron para él.

Jergal simplemente sonrió. Pues había sido liberado.
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